viernes, 20 de febrero de 2015

comienzos



Me gusta empezar una libreta cuando tengo nuevo proyecto de novela. Por eso me gusta pasar por Muji cuando vamos a Madrid y hacerme con un cargamento. Muchas veces escribo sólo la trama general, algunas notas sobre el argumento, y olvido la libreta y la novela hasta que madura lo suficiente como para sentarme a escribir. Otras veces, nada más iniciar el cuaderno, inicio el proceso de creación y lo lleno de esquemas de capítulos, de dibujos y de notas que iré utilizando cuando me siente delante del ordenador a contar mi historia. 

Esta casita la dibujé ayer mientras el sol entraba por la ventana y calentaba la mesa. Quería visualizar el bloque de pisos en el que centraré mi nueva aventura. Así puedo imaginar quién hay tras cada ventana, cuántas habitaciones tiene cada casa, dónde están los baños y las despensas. Parecerá una tontería, pero tengo planos y dibujos de los edificios sobre los que escribo, de las habitaciones y las posiciones de los personajes en escenas corales. Quizá es herencia del teatro, o quizá tengo una imaginación muy visual. ¡Ni idea!

Sea como sea, tengo ganas de escribir. De sentarme esta semana con mi café, de levantarme para el café, para dárselo todo a la tacita humeante. Tengo ganas de contar esta historia, la historia de una chica que quizá se llame Azul y de un chico que aún no sé cómo se llama. La historia de un edificio y sus habitantes. Seguramente una historia de amor porque, ¿qué somos si no eso? 

Así, mientras Nacho esté dibujando, yo estaré haciendo lo mío. Y el despacho será dignificado y el día será como nos gusta el día: literario e ilustrado. Con las pausas justas para la cocina, para conquistarnos las tripas. ¡Cómo amo pasar esta última semana de febrero en casa! Es un regalo fenomenal. 

domingo, 15 de febrero de 2015

cuaresma 2015



La pereza es muy lista y muy asquerosa. A mí me conquista por completo, especialmente cuando he tenido semanas de no parar (a Dios gracias). Por eso este año iba a rendirme y me iba a negar a hacer un calendario de propósitos de cuaresma, pero las vocecitas de mi conciencia (mis padres y mi amigo Israel) han salido victoriosas. 

Así que aquí os traigo el calendario de cuaresma de 2015. Ahora seguro que subirán las visitas a este pobre blog que tengo tan abandonado. ¡Benditos catequistas que mantenéis mi índice de seguidores! 

Perdonadme la tardanza y que este tiempo os aproveche. ¡La cuaresma es genial para la limpieza de primavera del corazón! 

miércoles, 4 de febrero de 2015

de la frustración y los smoothies


No recuerdo la última tarde que estuve aburrida. Quizá fue en noviembre. Seguramente en otra vida en que las horas no corrían tan rápido y la agenda no estaba llena de actividades, compromisos y visitas. La acción es fantástica porque te arrastra a aprender cosas nuevas, a enfrentarte a situaciones insospechadas, a no paralizarte. 

Pero así es imposible escribir. 

Y eso hace que arrastre una extraña sensación de frustración, de infelicidad, por toda la mañana. De clase a clase, de actividad a actividad, voy sintiendo el deseo de sentarme con los esquemas, la hoja en blanco, los proyectos y las fechas. Luego llega la tarde con sus obligaciones, el ritmo de la casa, las tareas, el orden... Y vuelve a pasar un día sin que me haya sentado a trabajar en mis propios proyectos. 

Lo cierto es que esa insatisfacción no hace que deje de disfrutar del resto de proyectos de mi día. Soy feliz leyendo los libros nuevos que hemos comprado, peleando con mis alumnos imposibles, acudiendo a la compra o recibiendo a las visitas. Pero, especialmente, soy feliz desde que el lunes descubrimos una frutería nueva llena de tesoros. 

Nacho y yo nos regalamos el domingo un libro para hacer zumos de fruta y verdura. Nos gustó la idea, aunque sobre todo nos gustó el diseño del libro, para qué mentir. Últimamente los libros de recetas cuidan mucho la estética de sus páginas y dan ganas de coleccionarlos sólo por ver las fotografías. La cosa es que ha sido todo un descubrimiento. 

Sólo hemos probado dos de las recetas, pero nuestro frigorífico está a reventar de alimentos frescos con una pinta estupenda. Primero hicimos un zumo de espinacas, brócoli, escarola, uvas y manzana roja que, pese a tener un color poco apetecible, estaba delicioso. Y esta mañana nos atrevimos con uno de remolacha, zanahoria, escarola, espinacas, jengibre, naranja, miel y manzana. Energizante. 

Cada vez que abrimos la nevera nos preguntamos cuál será nuestra próxima conquista, si zumos marrones, verdes o rojos, si mezclaremos la piña con las frambuesas o los rábanos con las mandarinas. 

Así que, como siempre, debido a un nuevo descubrimiento, me engaño a mí misma diciéndome que recuperaré este blog: que hablaré de las frustraciones literarias o de las conquistas culinarias, que contaré todas las recetas suculentas que prepara mi marido para sorprenderme o que alabaré los libros nuevos con los que me encuentro. 

No podemos engañarnos. 

Al final publicaré esta entrada y volveré a olvidarme de escribir en este rincón durante meses. ¿Seguiremos tomando zumos por entonces? ¿Habré conseguido concentrarme en una nueva novela? El continuará siempre resultó esperanzador, pero un poco cortante.