Llevo todo el día repleta de palabras. De ese estado de las cosas desordenado que comienza en verbos y termina en reflexiones absurdas en el coche de camino a casa. Algo así como estar en voz alta. Sin darme cuenta voy describiendo todo lo que me rodea cargándolo de simbología.
Marta ha estado aquí cuatro días. Han sido horas en las que todo ha estado lleno de sus costumbres. Es extraño cómo puedo consentirle gestos que de cualquier otro me sacarían de quicio. Ella llega a casa y la hace suya. Cada rincón le pertenece, puede poner orden y desorden donde lo desee. Y regresa pelirroja, con el pelo largo y ganas de mar, del mar de tormenta que nos rompe en el perfil de una caminata larga o del que la recibe bostezando cuando yo me voy a trabajar y me parece mentira que esté durmiendo entre las mantas azules de la cama. Es mágico recibir sus palabras a media mañana, cuando corrijo un examen o planteo una clase, y ella acaba de despertar. La imagino somnolienta entre mis cosas, nuestras cosas, decidiendo qué café tomar o buscando el azúcar en la cocina.
Pero es mucho mejor sentir, de vuelta a casa, que regreso a alguien. Que cuando meta la llave en la cerradura, ella, dondequiera que esté, entretenida en sus cosas, va a escucharlo y quizá atienda hasta recibir mi saludo al fondo del pasillo tensando un poco la espalda y alargando su cuello perfecto. Es increíble volver a mesa puesta y disfrutar de sus manos perfectas de cocinera, ir a la compra y rogarle que me haga mis platos preferidos, escucharla relatar cada pormenor del tiempo que ha pasado sola paseando por la ciudad o de los proyectos que ha hecho.
Marta me deja llena de palabras. Con su manera de ceder en todo, de poner sonrisas y besos donde suele haber apatía, de convertir cada minuto juntas en una propuesta sorprendente, despierta en mí el verbo de nuevo y ese cansancio que acumulaba después de trabajar en la novela, se relaja dejando paso a nuevas experiencias, voz de narradora.
Por eso, ahora, cuando ella va en un tren camino a casa y yo sólo escucho las teclas sobre el blanco, me pregunto en qué irá ocupada su imaginación, qué se llevará como tesoro de estos días, cuándo volveremos a vernos.
4 comentarios:
así me imaginan el resto
excelente
saludos
Ojalá que pronto!
Me llevo todo lo que eres, hoy no me quería levantar, no tenía la motivación de poder ir a ver las olas, y el infinito. Me ha costado abrir los ojos. Además, me estaba encantado hacer de maruja para ti. Me gusta estar contigo y hacernos fotos, y tener silencios de no decir nada...eso me hace estar en paz, es la dosis qeu necesito de ti :D
Por aquí me tienes, en esta mañana de domingo.
Ten un buen inicio de semana.
Yo también tengo una, de Marta digo :P
Besos guapa
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