El domingo por la tarde, en casa de Alberto con las guitarras, os hacía preguntas de la entrevista a Quique González. Como era de esperar, estaba la típica pregunta: "un color". Me encanta esa pregunta porque compruebo si los demás se ven a sí mismos como yo los veo. Alberto dijo "rojo" y yo asentí satisfecha, pero tú dijiste "verde" y me chirrió. Así que ayer lo iba pensando mientras conducía.
Pensaba en las personas que conozco y en el color que les otorgo en mi imaginación. Descubría que era facilísimo con los niños: Lucía es rosa chicle, Carmen es rojo y Manuel es azul mar. Mi madre es color teja, mi padre es rojo también y mi hermano ronda algunos días el morado oscuro y otros el rojo. La abuela es rosa fucsia, el abuelo verde oliva. Marta es naranja. Ana P. es de un azul pálido... Así iba al volante, repasando a todas las personas que conozco. Imaginando el color del que las veía e intentando intuir de qué color se veían a sí mismas.
Hay personas con las que es sencillísimo, son un color concreto y ya está, no lo tengo que pensar. Hay otras que oscilan o que me lo ponen difícil. Como tú habías dicho verde, intentaba encontrar alguien verde. No encontré nadie del color de los brotes de las ramas y tampoco a ti te encajaba ahí. Verde... no conozco a nadie verde, del verde de las ceras de colores, del verde de los árboles en primavera. Porque tú no eres de ese color, tú eres más como tus ojos y andas, verde pardo, a las fronteras del marrón y el gris -aunque siempre te imagine en rojo.
Por eso mi próxima tarea será esa: descubrir a alguien verde junco. Así que si alguien verde me está leyendo, que se manifieste.
1 comentario:
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