viernes, 18 de noviembre de 2011

quiero un abrigo con los bolsillos rotos


Cuando leía El jugador, Claudio me explicaba la parte autobiográfica que tenía esta narración. Me contaba que  Dostoievski comenzó a aficionarse al juego y que perdía todo lo que ganaba en la ruleta para volver a recuperar su libertad. Su dependencia del azar lo hacía sentirse esclavo así que cada vez que ganaba una mínima cantidad, la exponía toda al azar para volver con las manos vacías a la inmunidad de la miseria. 

Anoche cuando volvía en coche a casa me acordaba de esa historia. Iba reflexionando sobre algo que había cantado Mabu y que se me había quedado dando vueltas en la cabeza, era algo así como "nunca hubo nada que perder". Sé que es una expresión que hemos oído en millones de ocasiones, "no te preocupes, no hay nada que perder", "no tienes nada que perder", etcétera. Pero a mí se me quedó colgada de una idea. Y, de pronto, me sentí deudora del mundo y me sentí acumulando todo tipo de cosas, sentimientos, ocasiones, lugares, momentos, libros, vestidos, caricias... Guardando como las hormigas del cuento en algún lugar de la memoria -esa cámara del tesoro, de los secretos-. 

Y entonces pensé que quería un abrigo con los bolsillos rotos, para no poder acumular, para que todo se escapase y no me pesase en las caderas. Para tener siempre las manos libres al recibir, el espacio justo donde resguardar un rato. Fue cuando me acordé de Dostoievski y de Claudio, fue cuando hice un símil con mis mudanzas y su manera de jugar a la ruleta. Cuando recordé aquello de "déjalo todo y sígueme", "que los muertos entierren a sus muertos" y demás. 

Qué difícil nos parece, y qué fácil sería. 

2 comentarios:

Raul Rentero dijo...

Desconocía esa parte de la vida de Dostoiesvki
es superinteresante
y la de idea de no acumular... seguramente más sencillo sería eliminar el dinero, y por tanto el valor monetario de las cosas
me gustó tu entrada
me voy rumiándola a la cama
saludos!
Raúl

Vagamundo dijo...

Nada que perder, nada que guardar... Mientras la memoria no se convierta en una telaraña llena de agujeros...

"Y cuando llegue el día del último viaje"...