Como siempre, los monos me despiertan. Ayer quemé mi deseo y mi renuncia en una hoguera de alemanes mientras paseaba por la orilla con los pies llenos de arena. Ahora Boza canta en mi ordenador y paro un segundo para clavar los ojos en la estantería de los libros de poesía.
Mi primera noche de San Juan la pasé durmiendo en mi colchón nuevo en el suelo del dormitorio porque aún no había montado la cama. Y ahora son dos años los que cumplo en esta casa blanca llena de luz. Cuando me mudé, deseé para ella: "que esta casa conozca el amor" y, cierto día, con la terraza llena de gente que comía los dulces que les había preparado, que cantaba con guitarras, que reía bastante alto, me di cuenta de que mi deseo se había realizado. Esta casa ha estado llena de amor.
Muchos días. En cada cena compartida, en cada visita, con cada lata de galletas, con las recetas, con los libros, la literatura, los viajes de lejos y los de cerca, las acuarelas, cada invento, cada siesta... Dos años dan para muchas aventuras, para subir muy alto y saltar también a lo profundo, para andar de puntillas o besar la vida con descaro. Siempre bajo el ritmo del reloj. Siempre con los árboles al frente y el mar intuido a lo lejos.
Felicidades, casa blanca, estamos de aniversario.
2 comentarios:
Me cae bien esta entrada :)
Vivan las casas!
dnd estás???
has abandonao a tus fans! cuentanos q haces en verano!
Teresa
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