La casa permanecería en silencio, pero boza canta bajito desde el ordenador, dejando al reloj su protagonismo. Yo he ocupado el tiempo. He sido hacendosa y he regado las macetas, he guardado el mantel y he vuelto a recoger la cocina. No me he olvidado del salón y lo he puesto todo en orden. He repasado cada una de las habitaciones. Como estuvimos en ikea, he enmarcado el dibujo que Nacho me ha dejado debajo del sofá y lo he puesto junto a las últimas ilustraciones de Marta, antes de llevarlo a la cabecera de la cama. He escrito un poema. Y he entrado aquí, a abusar del pretérito perfecto compuesto.
En el colegio odiaba los verbos y las tablas, y todo lo que supusiese estudiar de memoria. A mí me gustaban las cosas que se podían aprender como una historia, las que dejaban un hueco para fantasear o inventar sucesos paralelos. Por eso puedo imaginar a Nacho en el tren, dormido elegantemente con la boca cerrada, o intentando dibujarse fijándose en su reflejo en el cristal. Es la historia paralela que ha empezado a las 17:58. Ahora ya no puedo aprenderlo de memoria, pero puedo rellenar los huecos que se deja. Puedo inventarme en lo que piensa, a dónde va, hacia dónde mira.
Yo miro los adaptaciones de Mio Cid de mis alumnos agrupadas en dos columnas: las corregidas y las que no. Miro el reloj, me planteo una ducha, escucho palabras de la canción -y salté del vagón a fugarme conmigo-, parpadeo rítmica. Él hace lo mismo. Ha pensado ahora lo mismo que yo.
1 comentario:
Quienes son Boza y Nacho...? no es la primera vez que los nombras.
Intriga intrigosa intrigante
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