Se te cuelan en la casa si estás cansado de algo, o de todo. Andan muy despacio, son como las sombras de la tarde cuando el sol se pone en la ventana y cuando quieres acordar tienes que encender las luces para ver.
La pereza gusta del sofá y come dulces, escucha buena música, lee cuento corto o simplemente no hace nada, te mira sin más. Te mira durante horas, horas con todos sus minutos y cada uno de sus segundos. Dice cosas bastante creíbles como que es mejor dejarlo para mañana, o que por qué tanta prisa, o te pregunta de qué tienes que preocuparte si total... Es mentirosa, zalamera, despreocupada y aburrida. Marta dice que la vence Lord Voluntad y que yo lo conozco muy bien y sólo tengo que invocarlo. Pero la pereza hoy habla más alto que él.
La apatía es bien distinta. Llega con permiso, también despacio. Es de esas chicas a las que crees que puedes mandar a paseo cuando quieras, de esas chicas fáciles. Tú le dices entra, para que te quite de encima lo que te molesta. Porque apatía no habla como la pereza, apatía calla todo. Hace un silencio brutal en todos los oídos de tu cuerpo. Yo tengo su número apuntado para cuando quiero paz. Siempre se me olvidan sus costumbres, la impertinencia que llega a desarrollar cuando quiero escuchar algo y ella sigue dándome nada. Apatía viste de desierto la cama, la ducha, la hora de comer. Te elige la ropa y te quita las ganas de leer. No come chucherías, bebe café. Y está hueca, terriblemente hueca.
Los otros monstruos tienen muchos nombres, podríamos ponernos creativos y airear la nómina de derroches que pueden traernos. Pereza dice que no tenemos por qué, sube la música y aleja el reloj.
3 comentarios:
me gustó mucho tu texto :) y que razón tienes, es así.
El volumen de la música
y la distancia del reloj... Definitivamente, sí.
Besitos.
(Estás linda en la foto)
Siempre un placer estar un ratito entre tus cosas... Pasa un feliz puente.
Saludos y un abrazo.
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