A veces me siento a mirar ondear la ropa tendida y a no pensar en nada. Entonces, sin darme cuenta, es cuando comienzo a pensar en todo, en el sentido del mundo, en el paso del tiempo, en la clave de mi propia vida o el dibujo que traza la sábana al ser bamboleada por la brisa suave de esta mañana de julio. Observo las macetas, reparo en un lápiz tirado en el suelo y tus acordes me acompañan sin pausa. El reloj, el reloj, tres años ya, suena a mi espalda recordándome todas las cosas que tengo que hacer. Y la melancolía estúpida -placer poeta- que acompaña el hecho de ser vivo, se me enreda en los tobillos como una ola calma, como las olas de ayer cuando Juan dejaba de ser una tortuga ninja a la orilla del mar para ser una croqueta ninja de ojos grises y brillantes.
Las cosas son tan fáciles y yo las adorno demasiado. Los árboles siguen ahí. El mar sigue ahí. Yo sigo aquí, en pie, en el margen preciso de la respuesta correcta. Porque mil flechas cruzaron el cielo, pero ninguna acertó evitar que en este justo momento escriba estas líneas tontas mientras los minutos ondean junto a la ropa tendida.
2 comentarios:
Los lunes nada de ponerse al sol, sino a dejar limpia la piel de nuestra existencia.
Saludos y un abrazo.
te echo de menos, vas a conseguir que deteste aun mas si cabe el verano. dnd te metes este tiempo?
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