Para mí es muy llamativo cuando una americana escribe sobre oriente, especialmente sobre China o Japón. Ahora leo a Angela Davis-Gardner en su Flor de invierno, libro que regalé a mi madre por navidad después del consejo de mi librera. Lo empecé anoche y ya quiero bebérmelo.
Entre las distintas historias, se habla de algunos mitos de la mujer zorro. La mujer zorro siempre se casa con un hombre al que hace feliz pero al que luego engaña y abandona. Hay quien sabe hablar con los zorros y eso es peligroso. Imagino a la mujer zorro muy hermosa. Con el pelo negro y una sonrisa enigmática.
Camino del trabajo, y también a la vuelta, me preguntaba cómo lo vería todo un japonés. Me gustaría despertarme un día y vivir mi vida durante una semana con la mente de un japonés. Siempre siento que ellos viven más en el momento presente que nosotros. Yo hago planes, adelanto acontecimientos, propongo mis propias profecías y observo el pasado como si fuera un mapa del presente que soy incapaz de ver. También creo que sería más ordenada y más sencilla. Me gustaría ser más sencilla.
Hay días en que me siento un laberinto. Hoy he sido un poco un laberinto. De pronto, al girar el seto, estaba conjurando al destino, como cuando era pequeña y deseaba no tener lo que quería para que, así, viéndome tan convencida de lo contrario, el destino me regalase lo que añoraba secretamente. Si quería verte, deseaba no hacerlo con todas mis fuerzas. Entonces no sabía que el destino podía leer mis verdaderas inclinaciones. En el siguiente seto estaba una fuente, su sonido en la plaza y árboles de ramas cortadas, quizá llovía. Si imagino mi laberinto desde arriba, siento vértigo. Desde dentro sólo alimenta mi imaginación y al final no sé ni lo que veo.
Por eso me gustaría beber sake y vaciar mi casa, como en el libro. Y peinar mis rizos castaños como si fueran ebras negras. Y mirar las flores del ciruelo.
1 comentario:
Preciosas flores la de tu ciruelo...
Saludos y feliz fin de semana.
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