Suena Fabian en la casa y el sol atardece sobre los árboles del zoológico. Casi no se oye nada más allá del sonido de la luz cayendo. He realizado mis tareas. Todo está en su sitio, menos el bolso de la presentación que aún aguarda sobre una de las sillas del comedor para que lo lleve a su sitio. Es uno de esos días en los que hace más frío dentro de casa que fuera y pienso en Andújar y mi pequeño hormiguero de muebles oscuros. En la luz de aquella casa.
La luz es importante. Me gusta esta hora en la que lo alarga todo y cosas que están lejos se tocan con sus sombras, como si el deseo sólo pudiese realizarse al atardecer.
Me duele un poco la cabeza después de una tarde de reuniones. He regado las plantas por si eso ayudaba a destensarlo todo y he descubierto nuevos mosquitos comiéndose mis macetas. La parte por el todo. No sé por qué he pensado eso, quizá por la hora de literatura.
Pienso en Nacho dibujando en Madrid, lo imagino concentrado en su escritorio. Intento imaginar la luz. Entonces pienso en Valle-Inclán, en cómo describe la luz en sus acotaciones. Supongo que es una de esas tardes en que una cosa lleva a la otra y nombres, fechas, hitos kilométricos se van sucediendo en mi cabeza.
La música amansa a las fieras es mi pensamiento final.
1 comentario:
que no sabemos nada de ti!!!
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