A lo mejor es más fácil despertarse de una pesadilla con el corazón acelerado que, con el mismo corazón, despertarse de un buen sueño y descubrir que nada de lo que tenías es real. A lo mejor es más fácil aceptar que no existen los monstruos, que tu perseguidor era una sombra, que el fin del mundo no está tan cerca como parece. Mucho más fácil, mucho más fácil eso que despertar al anhelo con el cuerpo paralizado por el miedo, no de lo que se ha soñado, sino de lo que no existe y se llamaba ternura y ocupaba tus rincones y acariciaba tu boca.
Es terriblemente difícil despertar dos noches seguidas como de vuelta de un viaje en esa otra vida donde tus problemas se llaman de otra forma, donde tus preocupaciones saben de maneras distintas y tu felicidad no depende sólo de la fuerza que conservas cuando te levantas, no depende sólo de ti.
Hoy lo descubrí una hora antes de que el despertador sonase y llevo dando vueltas por la casa ese tiempo, evaluando los cambios de la luz, el ruido de los vecinos despertándose, sus conversaciones, los aparatos eléctricos. Atándome a todos los sonidos reales para ir asumiendo que no pasa nada, que no es para tanto, que volverán los monstruos bajo la cama y las persecuciones, y se irán todas estas fantasías idiotas que hacen el mundo aterrador.
3 comentarios:
Y más difícil todavía, cuando llegas al punto de no distinguir entre un lado y el otro del sueño.
(y digo eso antes y después de haberme topado en el cine con "Origen")
A veces despierto tras haber soñado mi vida perfecta. Y lo más curioso es que mi vida perfecta está llena de imperfecciones.
Hay días que es una mierda despertar de los sueños...
Saludos y un abrazo.
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