Las olas son enormes. Ahora entiendo algunos de los tópicos que he escuchado durante toda mi vida, sobre los corceles blancos invencibles del mar, entiendo algunas obras de arte, entiendo el concepto de naufragio, entiendo la tormenta como un eco. Las olas son enormes, se unen, se rompen, se suceden, en blanco de violencia desatada, feroces y magníficas, desafiando con su verticalidad la nuestra. Hoy el mar es del mar. La arena es del mar, el sonido. De este mar verde incontenible, tiznado de marrón por la marea, azul en lo profundo inalcanzable, humedeciendo mis mejillas como lluvia traída por el aire. Las olas son enormes. Los barcos se mecen blancos, diminutos. Yo observo, ensimismada, el baile indefinido, el nacimiento, el crecimiento, la muerte de olas sobre olas, del mar contra el mar.
(Antonio y Alicia están aquí, dormidos a la sombra de la tarde, parecen niños descubiertos en el centro de un jardín secreto).
2 comentarios:
¡Qué buena imagen dibujaste al escribir!
Me sentí en el mar, y lo extraño tanto... Me alegró este post.
Pasaré luego para leer más de tu blog, ¡está chévere!
Saludos desde Caracas
cuánta gente wena junta frente al mar alborotado!!!!!
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