Como me siento agradecida, vengo a describir sólo algunos diminutos milagros.
A saber, que si vas en bicicleta, llueve y tienes diez años, no hay nada como atravesar los charcos a velocidad de vértigo escuchando el sonido de los radios latiendo impertinentes contra la inclemencia y, entonces, en pleno centro del lago diminuto, gritar con todas tus fuerzas –cualquier cosa, eso es lo de menos- sólo por sentir que estás a punto de volar.
Las niñas, todas, deberían llevar abrigos rojos y correr como Julieta jugando con su padre mientras me cruzo con ellos con ganas de sonreír. Y Ricardo hoy no toca la guitarra, pero se levanta agradecido cuando entra un amigo al que hacía años que no veía y rodea el mostrador y primero se dan la mano, pero después se funden en un abrazo. A la misma vez, un perro negro, diminuto atiende al grito de su dueño mientras la novia de éste –el chico, no el perro-, se queja porque quiere ver pendientes en el escaparate. Y un señor, con boina, cayéndole levemente sobre la oreja derecha, con una parca marrón abrochada con botones de colegio, se cruza conmigo como un viejo pintor que ve –yo lo sé, los dos vemos lo mismo en ese preciso momento- un milagro invisible que escapa a todos los demás. Nos miramos un instante, como si nos conociésemos de algo.
Pero entonces las señoras de los testigos de Jehová reclaman mi atención observando los detalles del carnaval en el escaparate de la mercería. Y, mientras que busco las llaves, me cruzo con el matrimonio de ingleses que llevan viviendo cincuenta años en España –en realidad son de Lugo, pero son tan pálidos y él tiene los ojos tan azules, enmarcados por arrugas semitransparentes que siempre los imagino en una pequeña casita en el centro de un campo de los que veía con el tren yendo de camino a Londres-. Ella me saluda alegre, es la señora que parece un duende que siempre veo en misa, ¡por fin lo he descubierto!
Y así, cuando entro en el portal y doy la luz encendiendo la tecla que funciona y la que no, me siento tan contagiada de historias, tan destinada a narrar, que añoro un novio ciego al que ir describiéndole sólo lo mejor del mundo, con todo eso que me quedo cuando el día ha sido largo y vuelvo a casa cargada de exámenes por corregir y hambre.
5 comentarios:
Muy Amelie el post.
Las de hoy podrían ser estas:
http://www.youtube.com/watch?v=poUYH_LDSUg
http://www.youtube.com/watch?v=d3meZW76VOg&feature=related
Hoy me has pillado, a este tipo no lo conocía, pero me gusta, lo buscaré.
Gracias, Antonio! Gracias por pasar por aquí siempre...
http://www.youtube.com/watch?v=JUCXzCREPpk
http://www.youtube.com/watch?v=XyBjy-k76NA
Feliz San calcetín
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