lunes, 29 de marzo de 2010

ayer no fue un domingo cualquiera


Hay veces en los que a la vida le da por regalarte. Le da por regalarte una coincidencia que acaba convirtiéndose en una conversación con un desconocido en el lugar más insospechado. Y entonces sonríes, sonríes porque sabes que te están guiñando un ojo.

También sonríes cuando Marta aparece agotada y helada pero llena de besos, cuando se pinta los ojos con el lagrimal azul y parece interminable. El café de starbuck con caramelo es el comienzo del paseo que iniciamos en Fuencarral, un poco como siempre, pero diferentes. Me gusta reírme con Marta, porque se emociona y te abraza y eso es, simplemente genial. Nuestras tiendas preferidas están abiertas y, aunque nos convertimos en unas capitalistas insufribles, damos saltos de alegría.

En la puerta de La Casa del Libro hay siempre un señor regalando sus poemas a cambio de la voluntad. Siempre he querido cambiar por unos euros uno de sus textos, pero no sé por qué nunca lo había hecho. Pasamos varias veces frente a él y, por fin, sin pensarlo demasiado, decido robarle unas palabras.
-¿El sueño o la lujuria? -me pregunta buscando los títulos que considera que podrían interesarme.
Me río sin poder remediarlo y le pido el sueño. No me resisto a continuar andando, leyéndolo para mí. Siento que se me enciende otra luz anclada en los ojos y respiro agradecida.

La noche nos recibe con fondue de queso, vino y anécdotas. Los compañeros de Marta se unen a nosotros y me alegra ir dibujándolos en el panorama de su vida. Aileen los cuida a todos con una naturalidad que me fascina, los mira, les pregunta, los mima. Me gusta Aileen en la vida de Marta, es otro regalo más.

Y así, cuando me voy a la cama, después de unas buenas risas en el sofá, me emociono al pensar que tengo todavía muchas horas por delante.

2 comentarios:

Juanfra Gallego dijo...

Yo tengo una poesía de ese hombre. Un día la trascribo aquí para ver si es la misma. (Lo que pasa que hay cosas que no entienndo...)

Roberto dijo...

exprimes cada segundo con una maestría deslumbrante, y encima luego lo plasmas en tu escritura...

me quito el sombrero señorita
un beso