Hay en mi ordenador, en mis cajones, en mis moleskine, en los rincones de mi existencia, infinidad de cartas que nunca escribí. Están ahí, vestidas de palabras, de exclamaciones y preguntas, todas medio muertas.
Por cualquier razón no las envíe. Muchas por pereza. La mayoría por cobardía. Carpetas enteras de archivos llenos de verbos cobardes.
Un día me va a dar una indigestión de tragarme tantas frases.
Un día voy a coger todas las cartas, voy a hacer barcos de papel y las voy a soltar en los charcos para cualquiera que pase. O las voy a quemar.
Voy a prendernos fuego.
Tengo una maleta llena de palabras para nadie como un lastre amarrado a mi globo.
Soy demasiados verbos.
Un poquito de silencio, por favor.
Nacho dice “¿y sí…?” pero yo ya lo había dicho antes.
4 comentarios:
yo las quemé.
Hola, un saludos desde Madrid, de parte de otro miembro de la secta de la hoguera periódica de papeles olvidados
Yo sigo guardando cartas de una "amiga" que, me consta que me olvidó, pero que cada año felicito por su cumpleaños, desde hace... uf!!, ni me acuerdo.
Soy muy fetichista para esos recuerdos, pero es verdad que si, solo sirven para regalarnos angustias o deseaos insatisfechos, es mejor echarlas al fuego. El fuego purifica, eso dicen.
Un beso grande, con sello y remite (falso, por supuesto)
a mi también me pesan las palabras no dichas...
que podremos hacer con ellas? el fuego, el mar, la eternidad cosida de un libro...
un beso
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