Me quema el café la palma de las manos y Drexler canta Soledad en el aleatorio mientras el sol brilla más allá de los cristales.
A veces no sabes cómo va a salir una clase.
Cuando me ven llegar, noto que se sienten desanimados porque mi resfriado no me ha dejado en la cama y vamos a trabajar. No es un buen comienzo, pero qué se le va a hacer… Hoy tocan las Coplas a la muerte de su padre y de lo primero que nos habla el libro es de la fugacidad del tiempo. Es de esas veces en las que tú imaginas que no habrá manera de salvar la clase porque tienes un dolor de cabeza increíble y ellos acaban de llegar del recreo sin intención de pasártelo por alto.
-Es que ya hemos vivido quince años de nuestra vida –se sorprende David.
-Dieciséis -puntúa Cristina.
-Diecisiete –corrige Carmen y todos siguen diciendo sus edades.
-Es como el reloj en un partido de fútbol –comento mirándolos con intención-, pero nunca sabes cuándo va a dejar de contar.
-Imagina que te dijesen que vas a morir mañana –piensa David en voz alta.
-¡Haría tantas cosas! –exclama Adrián y una bombilla se enciende en mi cabeza.
-¿Qué harías? –lanzo-, ¿qué haríais?
Me levanto buscando una tiza y Cristina me la cede encantada, hay cierto clima de expectación, todos nos sentimos emocionados por la idea. ¿Qué harías?
10 COSAS QUE HARÍAS
SI FUERAS A MORIR
MAÑANA
Abren sus libretas sin que tenga que pedirlo y todos se concentran. No quieren hacer una lista, quieren contármelo con muchas palabras, por primera vez desean escribir. Todos nos ponemos a ello. Alejandro levanta la vista y mira mi moleskine:
-¿Tú también?
-Lo estoy intentando.
Me sorprende, cuando terminamos, que muchos de ellos han decidido vengarse de personas que les han hecho daño. Como animales heridos buscan, en el último coletazo, devolver el golpe que se llevaron. Yo les explico que querría morir en paz, dedicar mis últimos momentos a perdonarlo todo y a hacerme feliz. Se abren los debates.
-¡Pero vamos a leerlos! –se queja Carmen que quiere compartir con nosotros lo que ha puesto.
Y uno por uno van leyendo.
-¿Puedo callarme alguno? –inquiere Cristina y le digo que claro porque así podré callarme yo los míos también.
-Subiría al edificio más alto de el pueblo para mirar todos los tejados del sitio donde he crecido–lee Miriam emocionándome porque no suele ser tan poética.
-Lloraría –dice Carmen.
-Me sentaría junto al río a pensar en mi vida –dice Alba.
-Estaría con mi familia –comenta David.
-Diría lo que nunca he sido capaz de decir –confiesa Alejandro.
Y poco a poco una emoción se va haciendo con la clase. Nos miramos.
-Mira, que nos estamos poniendo tontos –comento entre risas y nos refugiamos allí.
¡Menos mal que lo siguiente que hicimos fue escribir invitaciones a una fiesta!
2 comentarios:
Tras superar el incidente "Biezma"...
http://www.youtube.com/watch?v=UrWQK6e-IMY&feature=fvw
Debes de esta orgullosa de tú trabajo ...
Me encanta descubrir gente así .
Un beso
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