Daba vueltas en la cama, haciéndome a la idea de dónde estaba, poniendo en orden las pesadillas de la noche y convirtiéndolas en sueños. La habitación estaba a oscuras. Sólo una rendija de luz entraba por las persianas echadas.
Y, de pronto me doy cuenta, el mar está al otro lado del cristal. Me levanto como una exhalación y decido que prefiero remolonear en la cama viendo el agua cian tras la ventana.
¡Hace un día de sol espléndido y sonrío agradecida dando saltos en la habitación! Intento volver a tumbarme, pero ya no puedo, quiero café, quiero salir al balcón y recibir este baño de sol mirando al infinito. Y que Quique cante “Salitre” y que las gaviotas sobrevuelen mi cabeza frente al malecón.
Cuando caliento el café, Antonia sale de su dormitorio dando gritos emocionados. ¡El día nos recibe de regalo! Sacamos las sillas al balcón y preparamos un desayuno con vistas, bajo esta luz magnífica y las promesas los niños corriendo por el paseo marítimo.
En pijama, con los ojos alegres y la sonrisa puesta, nos remangamos la ropa para que el mundo haga de color la palidez de nuestro invierno.
Sigo sintiéndome una favorita… creo que me van a salir arrugas de no poder dejar de sonreír.
6 comentarios:
Aprovecha este buen día... creo que vuelve la lluvia.
Cambio de papeles, ahora soy yo la que te envidia ^^
Preciosa silueta y preciosa sonrisa...
Saludos y un abrazo
Disfruta la dicha! ^^
Que no se te olvide: ¡¡¡Gracias a Dios por las vacas!!!
El sol y sus alegrías. El sol y su color. El sol y su todo...
Publicar un comentario