Mi mejor amiga, cuando era pequeña, tocaba el piano. No sé cuántos años, meses o días llevaba en el conservatorio, pero a mí me parecía que tocaba mejor que nadie.
Me encantaba ir andando hasta su casa y, en primavera, escuchar la música antes de doblar la esquina, incluso sentarme en el escalón de su puerta, sin llamar siquiera, sólo para disfrutar de sus ensayos. Podía pasarme horas allí, hasta que se hacía de noche y sonaba el teléfono: mi madre reclamándome. Mi amiga siempre se preocupaba por si me aburría, pero a mí me resultaba tan increíble tener el privilegios de escucharla… Intentó enseñarme, pero nunca tuve la paciencia suficiente como para hacerle caso y, la verdad, siempre preferí ejercer de público privilegiado.
Supongo que algo me viene de herencia, porque mi madre es una enamorada de la música. Nunca olvidaré la primera vez que fuimos juntas a la ópera.
Copying Beethoven se nos tropieza casi por casualidad en el centro de mi aburrimiento cuando cambiamos de cadena. Había oído hace años hablar de esta película, pero nunca tuve el placer de verla, cosa extraña, porque me encantan las películas sobre compositores o músicos. Mi curiosidad siempre está enredada en los entresijos de los creadores, ¿cómo surge una idea? ¿es primero la música o la letra? ¿suena primero el ritmo en la cabeza y después se traslada a las manos o viceversa?
El argumento es bien sencillo. El maestro, casi sordo por completo, se enfrenta a la composición de su novena sinfonía y Ana, una joven muchacha que quieres llegar a ser compositora, le hace de copista. La relación entre ambos caracteres es la que sustenta la historia.
En un momento, cuando el artista ha recibido ya un golpe irreversible de la vida, Beethoven dicta a Ana las notas de una nueva pieza desde la cama y los violines se deshacen detrás de las imágenes.
-Es un himno –señala ella sorprendida.
-Sí, una acción de gracias… –murmura el compositor emocionado desde el lecho.
-¿Una acción de gracias?
-Sí, a Dios, por permitirme vivir para componer mi última obra.
Ana mira por la ventana cuando el silencio se hace con la casa y yo siento el deseo de volver a escuchar música clásica en directo, de sentarme nerviosa en un teatro mientras la orquesta se va colocando, de esperar a que la luz baje y el sonido se eleve…
De la última vez hacen ya bastantes meses y quiero, deseo, volver a sentir que las notas entran dentro de mí, pura emoción hecha sonido cargado de historia.
2 comentarios:
Yo vi esa película, sensacional la escena en el estreno de su última obra cuando Ana lo voltea hacia el publico para que pueda ver como le aplauden.
... yo ansío ver alguna puesta en escena de ballet con orquesta u.u
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