Menudo descubrimiento. La maceta que compré en navidad fue desterrada al balcón acristalado -rincón para dejarla morir- y hoy la miro y está llena de flores. Igual que los naranjos del camino al instituto, plagados, preñados de flores blancas, como las ramas tristes que se llenaban de nieve junto a mi ventana, que ahora se visten de brotes verdes. Como fresas. El té me sabe a gloria mientras suena la música en la casa. He organizado los últimos poemas, ahora los peso para saber si merecen la pena. Esta noche soñé que volaba. Jamás lo había hecho y bailaba por el aire de la calle de mi infancia, coronando los tejados, riendo bien alto en un cielo lleno de estrellas. ¿Wendy?, susurraron, pero no logré despertarme a tiempo y el cocodrilo latía dentro del armario. La comida estaba rica y me resistí a las chucherías. Discuto sobre mi fe. Dejo el tiempo pasar. Es abril, casi no me había dado cuenta. Dentro de poco llegarán las sandalias, el mar y el destino provisional. Me he acostumbrado a esta vida, a esta ciudad donde los relojes de arena se dan la vuelta constantemente.
martes, 13 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
jajaja .
¡menudo descubrimiento !
no, querida Aire , yo leyendote
y con un hambre tenaz.
Y mencionas fresas.
Agh !
jaja, besos :)
y llegará la fruta del verano, y seguiremos trazando vereda de manera temporalmente definitiva o definitivamente temporal, y abandonando sandalias en las dunas.
Por cierto: soñar con volar, ya sabes lo que significa, ¿no?
Realidad o sueño... justo hoy quise volver a descansar y seguir soñando, pero no se pudo, el día llamaba...
Agradable tu escrito.
Esa imagen en concreto fue hecha por el fotógrafo David Lachapelle. Me gusta la forma que tiene de combinar colores con escenas surrealistas, pero lo cierto es que se pasa de pornográfico a veces...
Cambiar siempre cuesta, sí. Y adaptarse también.
Publicar un comentario