Este año la carta a los Reyes se me resiste interminablemente y mañana es el día. Ana ya colgó la suya la semana pasada, las de mi familia penden en el frigorífico y Javi ha sido capaz de hablar de su corazón, hoy tú has colgado la tuya también, y yo sólo puedo pensar que no quiero nada. O que quiero tanto que soy incapaz de pedir.
¿Miento? ¿Digo la verdad? Esto es trampas y cartón. Yo ya no creo que los Reyes…
¿Voy a limpiar los zapatos y a dejarlos brillantes debajo del árbol con la esperanza de que junto a las cosas que este año no he pedido, aparezcan las que sí deseo, esas que no pueden envolverse, que nadie puede tocar salvo yo con la imaginación de puntillas?
Mi imaginación sueña contigo. Mi imaginación querría una nueva yo, nuevecita, toda por estrenar, sin historia, con el alma limpia, querría que este amor a Dios, este Amor de Dios que siento a cada minuto fuese suficiente. Desearía un destino junto al mar y también hacer amigos en el lugar donde trabajo. Desearía no sentirme sola. Desearía no sentirme rota por dentro. Sólo desearía ser feliz un poquito, lo suficiente, para asumir lo otro. Desearía que se firmasen todas esas paces que se presuponen entre los que amo y que no existen. Desearía que el Espíritu nos guiase a todos hacia el mismo sitio. Mi imaginación querría ser capaz de escribir de nuevo dos palabras seguidas que no me supiesen tan amargas, ni tan vacías. Que todos recordasen que el amor no lleva cuentas. Querría que mis padres fuesen felices, aunque se hayan quedado solitos, que supiesen que estoy bien, que tengo corazón de abeja. Querría que Javi sonriese más veces por mi culpa como la noche de año nuevo cuando me vio de madrugada y se le iluminó el gesto porque podía compartir algo conmigo. Querría que el sueño de Juan y Leti se hiciese realidad y que fuese agosto y estuviésemos celebrándolo ya. Querría que Ana tuviese el corazón curado, grande, limpio, valiente y libre, que las dos supiésemos esa otra manera de sumar que se nos da de pena. Desearía que Marta dejase de aprender de los tropiezos con las mismas piedras, dejar de tener miedo por su corazón de sirena.
¿Pero cómo me van a traer todo esto?
Queridos Reyes Magos, no me lo tengáis en cuenta este año, a veces una se cansa de soñar, aunque sea lo que mejor se le de. Se cansa de soñar y de que no merezca la pena.
(Me vais a perdonar los demás, sé que a veces se me mezcla la alegría con la pena. Los que me conocéis sabéis lo que estoy viviendo y podéis hacerme la vista gorda, los que os habéis tropezado conmigo, estad tranquilos, tengo un corazón fuerte y alegre bajo tanta pena inútil, y mi Dios me serena con nanas).
3 comentarios:
Pese a todo, cuelga tu carta. Como cuando eras una niña; cuélgala y mientras tanto no pares de sonreír y de inventar qué hacer cuando amanezca el seis de enero y corras descalza por el pasillo, dando tumbos contras las paredes de la emoción, para buscar tus regalos... sean los que sean, da igual.
Yo, entre mis peticiones he puesto que este año te tengo que conocer!!
Un beso, guapa
-...a veces una se cansa de soñar, aunque sea lo que mejor se le de. Se cansa de soñar y de que no merezca la pena- Conozco el sentimiento, lo conozco bien...Yo hace un tiempo que dejé de colocar los zapatos junto al pesebre pero... Quizás deberíamos tener un poco más de fe uh?
Un gran abrazo! (k)(k)
No se si existen... pero este año había pedido alguien que me dijera que me quiere... Los muy cabrones, volverán a trarme carbon!
Saludos y un abrazo enorme.
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