miércoles, 23 de enero de 2013

¿cuántas veces hay que leer un poema para que vuelva?


Mientras Nacho ensaya algunos bocetos en la mesa del salón, me he sentado a poner al día mi moleskine de lecturas. Primero me he hecho con la torre de libros de poesía que no había registrado en estos últimos meses: Ana Martín Puigpelat, Teresa Wilms, Li Qingzhao, Jaime Sabines, María García Zambrano, Patricia Fernández-Pacheco, Mina Loy, Amy Lowell, Manuel de Barrio Donaire, Francisco Ruiz Noguera, Leonard Cohen...La lista se me escapa. 

Estaba registrando la primera de mis lecturas, allá por mayo, cuando me surgió esa pregunta: ¿cuántas veces hay que leer un poema para que vuelva? Porque estos versos, estos últimos versos leídos durante los pasados meses, aún no resuenan con la fuerza de las cascadas, el portazo, el cohete, la sorpresa, el gemido... Sino que permanecen casi muertos en sus libros, necesitados de nuevas lecturas, aún subrayados, para cantar, para ser los pájaros que fueron pensados. 

Siempre me ha fascinado la fuerza de la poesía para sorprenderte en el momento más inesperado encendiendo luces o apagando farolas. Anoche leía a Caballero Bonald con la urgencia de un lápiz en la mano, abandonándome caótica al ritmo de sus palabras. Y hoy recuerdo levemente versos que incendiaron un día algún pasaje de mi imaginación. ¡Qué triste! ¿Cómo, cómo hacerlos partícipes de mi ideario cotidiano? ¿Cuántas veces tengo que leerlos para que me asalten en la cocina o me interrumpan en el café o se me crucen como una idea propia? ¿Cuántas? 


4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué es una moleskine de lecturas?
¿Nos la enseñas?
kises, Teresa

Patricia García-Rojo dijo...

aquí te dejo un enlace a la web de moleskine donde puedes verla, Teresa:

http://store.moleskine.com/es/book-journal.html

Anónimo dijo...

Ostras qué invento!!!
Muchas gracias, me pillo una!!

Vagamundo dijo...

Olvido los libros que leo. Olvido los fetiches. Pero no olvido las huellas que me dejan dentro.