martes, 21 de junio de 2011

"La contemplación de la eternidad en el movimiento mismo de la vida"


Termino La elegancia del erizo de Muriel Barbery después de haberle dedicado dos mañanas y una tarde, quizá algo de la madrugada. Siempre me han llamado la atención los libros que aplican la filosofía a lo más cotidiano de la existencia, pero, después de haber visto la película, no esperaba sorprenderme tanto como lo he hecho. 

Comencé la lectura esperando dar con una suerte de visión dramática pero a la vez alegre de la existencia, una novelita ligera de prosa ágil, con vocabulario sencillo y sutil que hiciese juego con su portada en tonos rosa y desenfadada. Pronto tuve que buscar en mi estuche un lápiz. Después me vi obligada a repasar mis conocimientos sobre la fenomenología y también sobre algunos lingüistas olvidados tras los estudios de tercero. Abrumada por la línea de pensamiento de Paloma y Renée que llega a adquirir velocidades vertiginosas, agradezco la llegada de Kakuro para equilibrar mi lectura frenética. 

Establezco una complicidad absurda con los tres, sintiéndome partícipe de esa comunión de almas sensibles a la belleza y cayendo en la cuenta del nivel de pedantería que oculto en este pensamiento. La línea que separa a los buenos de los malos la traza el Arte o, más bien, la sensibilidad de descubrir la capacidad del arte para convertir lo efímero en eterno, para detener el tiempo, para crear un siempre jamás. 

Estaba dispuesta a amar. Reza el libro. Renée, Paloma, Kakuro -quizá el que antes lo descubriera, el más sabio-. Dispuestos a amar. Y quizá aquello era vivir, también reza. Quizá. El Arte, la Belleza, la Gramática, la Literatura, la Filosofía. El cuartillo olvidado de una portera que alimenta con jamón a un gato gordo, el dormitorio silencioso de una adolescente que es capaz de ver más allá. Las escaleras como punto de encuentro. 

Al mismo tiempo experimento, al cerrar el libro por fin, un inmenso silencio y la brutalidad de mil ideas agolpándose unas sobre otras. Todavía tengo el libro en la mano. Ni siquiera he escrito en la última página Junio 2011. Todavía tengo el lápiz en la mano. 

1 comentario:

Superviviente dijo...

Es un libro increíble, muchísimo más completo que la película que desde mi punto de vista se queda demasiado simple a su lado. Yo tengo más de medio libro subrayado de frases preciosas.