Despierto en casa, con la bendita luz de septiembre irrumpiendo en la terraza ahora blanca, intentando llegar a la cama mientras dibuja círculos perfectos en la pared. No se escucha nada. Algún pájaro, el verde del zoo. Es sábado y la casa siguenen guerra. Pero hay promesa de flores sobre la mesa nueva, promesa de libros yendo y viniendo por las estanterías hasta encontrar un sitio habitable. Reordenar, recolocar, recordar nuestra historia al tocar las novelas que nos hacen de calendario.
Es sábado y la brisa mece los eucaliptos.
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