Cuando era pequeña, en otoño, iba al colegio con los bolsillos llenos de castañas o mandarinas. Nunca salía de casa sin mis reservas y paseaba al sol sobre los charcos para llegar contenta a ese rincón lleno de amigos.
No sé por qué me acordé hoy de esto, supongo que porque vine a casa de mi madre y me ofreció castañas, porque buscamos mantas en los armarios, porque mi tía me escribió esta mañana para contarme cómo están mis tres tesoros, porque Mariano insiste en que no puedo esperar más para ser madre, porque voy a ver a Marta hoy y conecto con todos mis recuerdos bonitos, porque al bajar del coche me encontré con viejos amigos a los que no veía desde febrero y di abrazos que me supieron bien y tristes, porque voy a pasar el fin de semana con mi hermano Javi y eso me hace acordarme de nuestras viejas aventuras, porque jugué en clase, porque compré mandarinas...
Me da vértigo imaginarme de niña, lo he dicho mil veces, pero es como imaginar a una sobrina, a la hija de otros.
No sé cómo concebiría Patricia esta proyección, pero es noviembre y ella correría con la bicicleta, subiría a los árboles, tiraría piedras a la fuente, pintaría y bailaría en el sótano de casa, dormiría con mantas feliz bajo su peso, ella estaría deseando ir a casa de los abuelos, estaría jugando en la calle.
1 comentario:
adivina adivinanza.... que tiene el rey en la panza?? jajaja
Saludos y un besazo
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