jueves, 21 de enero de 2010

sonidos


El aleteo de un pájaro pequeño cuando inicia el vuelo. Un coche pasando sobre una alcantarilla. La voz de un niño anunciando sus notas. Aceite hirviendo. Un pellizco al pan. Mis zapatos sobre los adoquines. La puerta del salón que se bambolea cuando paso gravemente. Las tripas del frigorífico. Un ladrido. Los radios de una bicicleta. El loro sobre mi garaje, silbando. Arrastran una silla. Las sábanas cuando me doy la vuelta. Tos. El reloj del salón. El reloj de la cocina de mi abuela. El timbre cascado. La respiración de un niño subiendo una cuesta. Un señor escupe. Chistan. Una hoja cayendo contra el suelo. Las teclas del ordenador. Mi propia respiración. El aire contra las ventanas. Otra vez la silla. Un beso. El sofá al acoger un cuerpo. Pisar un charco. Música desde una ventanilla bajada. Teléfono. El lápiz contra el papel. Ascensor abriéndose, ascensor cerrándose. Escaleras en la calle. Caminar sobre tierra y grava. Llamar con los nudillos en la puerta. Un perro con prisa, jadeando. Neumáticos, coches, frenos. La risa de una señora dentro de una casa. El televisor. Una caricia. Las llaves resonando en el bolsillo del vestido. Conversación adolescente, tumultuosa. Pelar una naranja. Tragar. Interruptor. Abrir y cerrar un cajón. La lavadora. La cremallera de mis botas mientras ando. Atar el cinturón del abrigo. Los muebles, solos. Pasar la página. Remover el azúcar. Hacer café. Cerrar el bolso. Los rizos contra mi cuello cuando me muevo. El estómago vacío. Agua.

Es casi milagroso detenerse un instante a escuchar el mundo, todo tiene un sonido, cada lugar tiene una música particular. Mi casa con su propia melodía, yo con la mía. La calle, el silencio… Investiga, cierra los ojos un instante, detente a escuchar… escucha los sonidos de los que viven contigo, nota cómo el tiempo se detiene un instante en cada uno de los pequeños detalles, identifica la respiración de la persona a la que amas mientras duerme, colecciona latidos mientras andas. Hemos aprendido a apagar la música del mundo con el ruido de nuestros propios pensamientos. Pasea conquistando sonidos. Es un regalo increíble.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces, cuando salgo a correr, me gusta apagar el iPod aunque sea un ratito y disfrutar simplemente de los sonidos de la calle, las bicis, los niños y, claro está, como salgo por el paseo marítimo...el mar.
¡Es precioso sentirse en el mundo!

Anónimo dijo...

Regalas un mundo en estas letras y llenas de alegría. Te felicito.

Un placer leerte.

La sonrisa de Hiperion dijo...

"Hemos aprendido a apagar la música del mundo con el ruido de nuestros propios pensamientos."


Somos egocéntricos... verdad? vemos más allá de nuestro propio ombligo?

Saludos y un abrazo enorme.

Calimero Calimero dijo...

Mientras te leía me imaginé a la altura de un cruce de caminos alargando desmesuradamente el paso por no caer encima de una pequeña hormiga y en ese momento crugió la conciencia del universo como una támara seca. Sospecho ahora que eras tú al desnudar la voz sobre las teclas.¡Impúdica!