lunes, 20 de septiembre de 2010

this is a lujo


El cansancio y la pereza de ayer, me impidió recorrer este rincón con mis palabras para hablar de las curas de felicidad. Todos hemos oído hablar de las curas de sueño, pero practicamos sin darnos cuenta las curas de felicidad. 

Mi día de ayer consistió, básicamente, en una de esas terapias que se inician dando vueltas en la cama percibiendo cómo la luz comienza a crecer en la casa. Considerar de nuevo la idea de pasar un día en la playa en pleno septiembre, tan cerca de mi cumpleaños, me emociona desde bien temprano y, cuando estamos todos despiertos, pongo rumbo a recoger a Manolo y a Héctor con mi sombrero. 

El mar, las cariocas, el cielo despejado con un sol insistente, el paseo a las rocas y los peces que muerden, la pulsera de hilo, las fantásticas croquetas de Manolo y el yogur con fruta que se ha convertido en un tópico de este verano que promete no terminarse a pesar de haber empezado el trabajo. Todo se va conjugando ensanchándome la sonrisa perezosa que se me atranca a veces si no la cuido lo suficiente. 

Aprovechando la luz de la tarde, mientras esperamos a que se nos unan Chica, Carolina, Miguel y los demás, saco la cámara de fotos para retratárlos con mi sombrero. El verde de la pared y sus pieles morenas se conjugan de un modo perfecto. Por una vez en mi vida, no deseo el otoño con la fuerza de siempre. ¿Por qué será?

La cura de felicidad termina en casa, con el cansancio reparador que acumulo, parecido al de los niños pequeños al final de la jornada. Todo ha funcionado, hoy lo sé, he dormido bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esas veces en que los astros se ponen de acuerdo para que todo salga bien, se puede ser feliz con tan poco! :)