martes, 5 de octubre de 2010

andar, leer y respirar


Cuando leo, subrayo los libros y escribo en ellos, lo he dicho ya muchas veces. Hoy comparto, brevemente, que también leo mientras ando. Se está convirtiendo en una costumbre paliar la soledad de las tarde entre semana con una lectura breve pero intensa. Hoy ataqué El último encuentro de Sàndor Márai de camino hacia la playa y después de vuelta a casa cuando acabé el café y me sobrevino el frío.

He subrayado infinidad de fragmentos de la obra. La tentación de traer aquí alguno de ellos para filosofar ha sido grande, sobretodo después de descubrir que muchas de las cosas que marco son respuestas a las conversaciones que tú y yo tenemos como si, absurdamente, pensase que en algún momento fueses a visitar mis lecturas en busca de todos los mensajes secretos que te dejo. Sándor Márai describe con comparaciones increíbles sentimientos cotidianos y profundos. Sándor Márai afirma que tenemos que conformarnos con lo que somos, asumirnos, dejar de hacernos la guerra -lo que nos es, al mismo tiempo, imposible. Y yo leo mientras camino, haciendo un todo de mis pasos, mi respiración y las palabras que voy desentrañando. Como si mis manos sujetando el libro lo hiciesen recibir también el bombeo intermitente de mi corazón. 

Al llegar a casa e interrumpir mi lectura en el intervalo del ascensor -no sé por qué me parecía un sitio despreciable para continuar con esa tarea que me estaba haciendo tan feliz-, me he dado cuenta de que todo en mí se hallaba de nuevo detenido: toda emoción propia, todo pensamiento individual, todo recuerdo. Como si toda yo estuviese suspendida al filo de las palabras, al borde de la concreción o de la vida. Como si alguien o algo me hubiese apagado convirtiéndome en un mero instrumento que recibe, pero que no experimenta. 

Supongo que es una tontería. El lápiz en mis manos me salvaba. La evocación volvió a secuestrarme en cuanto regresé a la página. 

Uno siempre conoce la verdad, la otra verdad, la verdad oculta tras las apariencias, tras las máscaras, tras las distintas situaciones que nos presenta la vida. 

7 comentarios:

Nati Jota dijo...

Todo lo que tenga con leer siempre es positivo. Por lo menos para mí. Me gustaría perder menos tiempo alrededor de las distintas cajasbobas y estar más tiempo metida en libros.

Eso sí que es sabiduría, felicidad, utopía, y todo junto.

Chica del espejo dijo...

Me encanta tu forma de leer, me parece muy especial.

Pasear, subrayar y leer. Buena mezcla.

¿Qué tal el libro?

Muá.

Chica del espejo dijo...

No sé si ha llegado...

Patricia García-Rojo dijo...

ah! Perdón! El libro, simplemente, me encantó, me cortó la respiración con algunas frases y me emocionó con otras (aunque no faltaron las que me dejaron indiferente).

Peter, si pasas por aquí, todavía no encontré el libro! Pregunto por él en todas las librerías, pero siempre me lo tienen que servir, y me he propuesto encontrarlo en alguna

Michelle Durán dijo...

No hay nada más bonito que un libro subrayado ... es como una vírgen recién hecha el amor.

Francisco dijo...

Yo cuando subrayo doblo la punta de la pagina tambien, porque sino nunca encuentro donde estan los fragmentos que mas me gustaron. Rayuela tiene 635 paginas, y alrededor de 100 tienen la punta doblada. Mis libros sufren mis lecturas...

Pasate por mi blog si tenes ganas, escibo algo asi como cuentos. O algo.

cuadernodebitacora dijo...

No me dejas indiferente cuando te leo y reprimo mis ganas de comentar todos los post ¡como hacero! Todos los días te diría algo, pero hoy no va ser. Hoy no te escribo nada...