domingo, 14 de febrero de 2010

almendros nevados


Me reciben almendros en flor luchando contra la nieve en una carretera que querría recorrer de copiloto para concentrarme en los olivos blancos y en el cielo.

Después ya son Juan y Leticia y nuestras confidencias. Llego mientras la comida está a medio hacer y nos ponemos al día. Hablamos de muebles, de proyectos, de clases y visitas, hasta que el sofá de matrimonio nos seduce y entre las mantas descansamos la tarde. Como suele pasar últimamente, vamos a hacer la compra, aunque esta vez Leticia y yo no salvamos ningún pescado. Sólo compramos yuca porque yo jamás la he probado. Despedimos la tarde con unas buenas risas a carcajadas y abrazamos la cama tras una partida de scatergories donde gané por goleada (lo siento chicos, la próxima vez será).

Juan ha madrugado y yo también, Leticia llegó anunciando un hambre de lobo y la mañana se nos pasó en un soplo. Fuimos juntos a la parroquia del pueblo y después a tomar algo a la sombra, porque poco sol había. A la vuelta a casa llegó la yuca, riquísima entre coco, patata y castaña asada, y el fregar los platos rápido antes de que Leticia cayese en el sofá para poder ir a tomar café a casa de mi tía Mari.

-Manuel tiene el pelo largo –me llama para decirme-, sé que te encanta y pronto lo pelaré, así que como estás cerca… ¿por qué no vienes?

Y claro, esa tentación es demasiado enorme como para decirle que no. Así que Lucía me abre la puerta con su sonrisa enorme, tan linda con su perfil perfecto y su coleta rubia despeinada, mientras Carmen, con sus rizos sueltos, me pone gestitos de duende para que la coja en brazos y me la coma a besos. Manuel me mira desde lejos, con esos ojos que me pone cuando sabe que está a punto de caer bajo mi lluvia de bocados y robos. Nunca soy consciente de cuánto los echo de menos hasta que soy totalmente conquistada por su ternura inocente. ¡Es increíble quererlos tanto! Que tres personitas tan diminutas sean tan perfectas, que puedan arrancarme tanta y tanta luz en tan pocos gestos… ¡Qué tres milagros con risas y pestañas largas!

Por eso, cuando despido a Juan y Leticia de vuelta a casa y enfilo mi camino de regreso, echo de menos estar en Alcalá, tan sólo a cuarenta minutos cortos de mis niños, tan sólo a treinta de ellos dos.

Pero la vida es así y mi casa me saluda con mis tópicos cuando entro a la carrera. Y ahora, mientras escribo, mientras la música lo envuelve todo, mientras me ofrecen un viaje al otro lado del charco, pienso en toda la suerte que tengo.

3 comentarios:

Peter Pan dijo...

Feliz Lunes

http://www.youtube.com/watch?v=Xqvj9CsASFY


http://www.youtube.com/watch?v=QV4Dy2pNj4o

Roberto dijo...

ese camino de almendros lleva a tu imaginación...un luegar repleto de belleza

escribe, escribe, no lo dejes nunca...

mi lunes está resultando ser una mierda

un beso

Patricia García-Rojo dijo...

Peter, hoy encontré la paz con la primera canción...

Roberto, también está siendo, para mí, un lunes de mierda