lunes, 2 de noviembre de 2009

los tejados de París


-Voy a enseñarte algo –promete Milou cuando asalta a Dulce en la calle y la conduce hasta la azotea del teatro para enseñarle las vistas de París.

Nunca he estado en la ciudad de la luz, la he visitado entre canciones, de la mano de una imagen de película, la vislumbré entre unos versos y de la boca de Ramón cuando me prometía paseos en francés. Grité por el amor de un poeta en su cementerio, observé a Carolina con su sombrero rojo, degusté deliciosos platos en un restaurante diminuto, paseé tras comprar el pan hasta mi casa, un apartamento no muy grande con vistas a un árbol que me tapa la ventana. He escuchado hablar de las mujeres de París, vi a Ana bajo la torre Eiffel con su abrigo y su bufanda, soñé bicicletas y recorrí Notre Dame un ocutubre no sé cuando. Marta desea besar a Pablo de camino hacia el Louvre y yo la imagino bajo un paraguas porque chispea. Nunca he estado en París y creo que nunca iré.


Pero, por lo poco que he entendido de la vida, si al final me confundo, si aparezco en plena calle en un otoño cualquiera en un rincón de ese sueño, debo subir a un tejado lleno de chimeneas y observar las antenas y los ruidos de una ciudad que atardece, para dar lugar al milagro eléctrico de una noche de estrellas artificiales.

Y, si al final me confundo, no negaré el beso a Milou, cuando me lo pida.


(París, París)

1 comentario:

Roberto dijo...

París tiene el cielo gris perla más hermoso que he visto en mi vida

me gusta tu nuevo sitio, mucho...