lunes, 9 de noviembre de 2009

que hoy sea domingo


Me encanta despertarme mientras todos duermen, abrazarme las rodillas en el sofá mientras la luz de la calle va inundando la casa y el silencio se va rompiendo por el ruido de los vecinos.


Después de una noche en la cama de Carolina, me levanto a escribir en el salón. He cazado algunas imágenes bonitas mientras estaba aquí y no quiero olvidarlas. Elijo el color verde porque últimamente es mi preferido y colecciono palabras mientras los demás se despiertan. Estoy preparando café cuando amanece Carolina. Recogemos la casa y nos sentamos con las tazas humeantes a hablar de la vida. Es entonces cuando suena el teléfono y salto a la ducha para encontrarte. Alecciono a Chica muy seria mientras bromea conmigo antes de salir de la casa.


Subirme a tu coche me resulta cotidiano. Sopla un viento increíble que me revuelve el pelo y me llena de felicidad mientras brilla un sol de andar con los ojos cerrados. El palacio de congresos está aún más abarrotado que ayer, así que volvemos pronto a casa de Carolina y Chica. Me voy poniendo nerviosa por momentos, me resulta inquietante conectar estas dos partes de mi historia.


Jachi(s) se suma también al plan de la comida con sus pantalones a la italiana. Charlamos de todo un poco y después de comer vuelve a sonar la guitarra. Hacía tantos meses que no te escuchaba... Miro la cara de Chica, entre celosa y alegre. Piden canciones y no quiero irme. Pero llegan las despedidas y prometo a Miguel que Manoli le responderá siempre que necesite que le alegren el día.


Después de unas vueltas con el coche nos encontramos con los tuyos, y estoy empezando a preguntarme si va a ser una tradición esto de aparecer tras las bodas. Como siempre, noto la distancia a punto de recomponerse y comienzo a sentirme triste. Hasta que acabo en una rotonda atestada, diciendo adiós y hasta no sé cuando.


El viaje se hace cortísimo y descubro que voy a coronar el domingo con Isra y Nacho, que han acudido a mi territorio. Los acompaña Antonio y, divertidos, cenamos juntos celebrando habernos visto tan de seguido dos fines de semana. Los invito a visitar mi casa y me gusta observarlos aquí, mirándolo todo. Antonio y yo comentamos algunas lecturas, me avergüenzo de las bolsas de la compra en medio de la cocina, recojo rápido la ropa que tenía en la silla y les explico que soy feliz en este hormiguero.


Es fácil este domingo, lleno de encuentros, reencuentros y recuerdos. Podría ser ayer siempre... o quizá sea pedir demasiado...

3 comentarios:

Unknown dijo...

Se sentó sobre unas raíces que se retorcían intricadas al pie de un árbol y sacó el cuaderno que llevaba siempre. La víspera, en un bar de Pedernales, había escrito: Sistema para suprimir la impresión de horror que produce alguna cosa: Fijar la atención en el objeto o la situación dados de modo que los distintos elementos, todos ellos familiares, se vuelven a agrupar. Lo espantoso no es nada más que un esquema que no nos resulta familiar.

(Paul Bowles)

No te separes nunca de ese cuaderno que te libra del espanto!!!

Anónimo dijo...

Un día común y normal, pero alegre... eso es lo bueno.
Un gusto leerte y estar en tu blog.

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

No es pedir demasiado, lo difícil es saber a quién hay que pedírselo. Quizá paseando por el fin de los tiempos...
Un saludo