martes, 6 de abril de 2010

Nuestro amor es como Bizancio


Así se titula el último libro de poesía con el que me hice durante mi estancia en Madrid.

Me gusta buscar en las estanterías de poesía, paladear todos los nombres que conozco o no, acariciar los lomos de los libros sin prisa, sentarme en el suelo si fuese necesario para degustar una palabra con la que me he quedado enredada. A veces pasa que, estando así, se acerca alguien más a curiosear por el territorio que creías tuyo y, entonces, se hace más divertido acceder a los volúmenes que deseas. Entonces desearía preguntar: "¿cuál es el poema que siempre recuerdas?", "¿qué libro me podrías recomendar?", "¿a quien citas para hablar de amor?". Pero el silencio es una constante en las estanterías de poesía y un aire reverencial nos impregna a todos.

Yo quería comprar un libro nuevo con versos porque tengo demasiado releídos los que ya tengo. La verdad es que no sé por qué Nordbrandt acabó en mis manos, quizá porque le pregunté si debía llevarlo a casa y su respuesta me resultó absolutamente convincente, pero la cosa es que no suelo comprar poesía traducida al español. Es sólo una manía herencia de las clases con mi amigo y profesor de Teoría de la Literatura.

Lo he citado en el margen de este rincón y lo llevo conmigo últimamente por la casa, en el bolso, en el coche... Nuestro amor es como Bizancio tiene algo que no me deja de atrapar, Nordbrandt desgrana las ideas con palabras hiladas que dibujan en mi imaginación en nombre del absoluto. "Tú nunca podrás comprender cómo yo / tuve la primera y emocionante idea de ti/ bajo las estrellas, tumbado en una barca / mientras la música de un bar que justo iba a cerrar / se mezclaba con el chapoteo del oleaje en la bahía". ¿No es simplemente genial?

Cuando lo leo siento el mismo vértigo que con todos los poetas que debieron amarme. Es como mirar a un pozo en el que se reflejan las constelaciones o leer el futuro en la comisura dulce de tu boca cuando estás a punto de reír.

Nordbrandt, Nordbrandt, me invita usted a soñar y "mi sueño es un taller de frágil cristal".

("Por un vislumbre de ti / puse con gusto todos mis castillos de naipes en juego").

2 comentarios:

Juanfra Gallego dijo...

No leo poesía, y creo que me siento mal por eso y todo... pero es que, no sé, nunca me ha llenado mucho. Recomiéndame algo para "empezar" (bueno, mejor quitar las comillas, pq es empezar xD)

A mí tb me gusta sentarme y mirar los libros.

Vagamundo dijo...

El libro tiene buen ojo para elegir a su lector. O lo que es lo mismo, merodea por las librerías: tu libro siempre te está esperando.