lunes, 26 de abril de 2010

podría repetirse, por favor


Todos los lunes deberían ser así.

Estar compuesto de un poco de madrugada, un sueño perfecto y un despertar lógico. Todos los lunes debería tener listo el mismo camisón, el mismo silencio, la misma luz. Debería ser una ley deambular hacia el sillón blanco con el libro entre las manos y observar, sobre la página elegida, al sol conquistando poco a poco mi balcón acristalado.

El café debería saber tan bien como hoy, llegar tarde y anunciar horas de paz. Musashi podría ser sustituido por otros, pero en este lunes el Camino de la Espada me ofrece serenidad y la narrativa japonesa se desgrana en mi regazo al tiempo de los minutos.

Charlo un poco, pero no demasiado. No quiero quebrar la quietud. El pueblo está vacío aún, tengo un remanso.

La tarde se despereza en mi costado mientras dormito entre pesadillas y recados, con la sensación de duermevela dulce de las tardes de verano. Cada vez amo más la luz tenue de esta casa, sobretodo ahora que el calor se acerca y apetece sacar la ropa de verano.

Acabo con Eiji Yoshikawa cuando vuelve el ruido a las calles. Está anocheciendo y siento hambre. El sillón blanco no quiere mi ausencia y me estiro gatuna antes de levantarme.

Todos los lunes deberían ser así. Quizá mañana pueda soportar cualquier martes.

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