domingo, 4 de abril de 2010

un año para gritar


No hace un año real todavía, pero podríamos tomarlo como medida provisional y así decir: "hace un año no resucité".

¿Se puede tardar un año entero en resucitar? Quizá se pueda tardar mucho más. Recuerdo a Jose Luis obligándome a escribir de nuevo, el impulso para que naciese naufragada -nombre de coincidencias-. (Tarareo mientras pienso cómo quiero continuar).

Era miércoles y yo ya me sentía llena de vida. Llena de gratitud. "Cuando amas, conviertes la tierra que pisas en Tierra Prometida".

Mi cabeza es incapaz de organizar la información, las miradas, la risa de los niños, los abrazos gratuitos, la conversación con Rafi, el miedo de Antonio, esa conversación con el otro Antonio mientras la película corría a cuenta de otros, la risa de Lucía, las preguntas que Pepe despertaba continuamente en mí, las charlas en las escaleras, la luna roja, el silencio en el sepulcro, las guitarras, el volver a ver a Carmen, la complicidad con Jesús, los numerosos reencuentros...

Y me miraban, muchos me miraban preguntándose si yo era la que fui. ("¿Sigues soltera?" y las carcajadas de después).

La cruz. El vacío. El mar.

La inmensidad del Amor, con mayúsculas, lleno de pequeños milagros diarios. "Gracias, Dios mío porque ponen pocos anuncios en mi película preferida" y más risas. Isaías.

Una vela. El sol como un beso.

¿Escuchas mi corazón latir?

Resucité. Por fin resucité. No encuentro otra manera de decirlo: "Yo soy libre".

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