jueves, 19 de agosto de 2010

free soul band



Quedamos en la plaza de las flores después de comer y, cuando llego, la sombra sólo cubre un cachito del escenario. No sé qué tipo de música vamos a escuchar, pero al ver los instrumentos descansando, comienzo a imaginarlo. 

Ya estamos todos, mojito en mano, cuando los músicos toman el escenario y la Free Soul Band comienza a volver loca la plaza. Conforme los sonidos de la batería van subiendo por mi espalda, me voy acercando a esa sensación de haber nacido en una época inapropiada o, quizá, a la de estar en el momento justo en el lugar más apropiado. Llevaba mucho tiempo sin bailar de esa manera torpe y alegre, sin experimentar las notas obligándome a moverme. La voz del cantante desgarra la tarde al tiempo que el saxo corona las sombras de la plaza. No puedo dejar de mirar esos zapatos de salón, blancos y marrones, masculinos, con cordones, que se deslizan por el escenario con absoluta naturalidad. 

Un señor mayor, con boina incluida, sale al centro del sol a darnos una lección de baile a todos. Único, llenando el espacio, dejándose conquistar por la música, mientras su mujer, vestida de lunares, lo graba con una cámara digital. Qué raro y divertido es el mundo. Ochenta años nos confiesa tener cuando lo felicitamos. 

Pero la plaza se va llenando, It's a man's world comienza a elevarse sobre nosotros desatando gritos emocionados. El cantante juega con sus tirantes. Me recuerdas la hora y me enfado con el concejal de festejos por prohibir la música a partir de las seis. Pero en algún momento la magia del soul tenía que acabarse y, cuando te vas, nos sentamos en el escenario a recuperar el aliento y tirarnos un poco de hielo. 

Parece mentira, pero la tarde acaba de empezar, y lo ha hecho de la mejor manera posible. Nos sumamos a un grupo en una plaza donde jalear cualquier frase de moda y, después, nos hacemos con la segunda planta de un bar, para acabar en una tarima con peligro. Cuando quiero acordar, la noche se ha hecho con todos los rincones y se acerca la hora de rendirse o de volver a casa. 

1 comentario:

Vagamundo dijo...

Son momentos así que uno piensa que todavía la vida nos depara algo inesperado y que no todo va a ser desgracia :)