domingo, 8 de agosto de 2010

la cabra tira al monte


Cuando el mensaje de Didi me despierta el viernes con diferentes propuestas para el fin de semana, al principio no sé muy bien qué responder. Didi, Diana, es una antigua compañera de la compañía de teatro con la que he vivido los momentos más dulces y también más locos -cabe recordar aquella lluvia de pétalos de clavel sobre la cabeza de desconocidos tras los brindis "porque sí"-. Cuando hago memoria me doy cuenta de que la última vez que vi a Diana fue durante el estreno de 2009 de la compañía.

Aquel año íbamos de público, por primera vez. Yo por primera vez sola. Recuerdo camerinos antes de la función para animar a la siguiente hornada de componentes del grupo. Recuerdo el abrazo de todas las chicas en los pasillos blancos cuando di la noticia. Las manos de Didi acercándose primero con duda, como si pudiese romperme con sólo una caricia, y después las de todas. Sí, esa fue la última vez que vi a Diana. En el centro de un abrazo.

Por eso quizá, cuando suena el teléfono, me desoriento. Respondo que la llamaré y, no es hasta que no vuelvo en el coche de hacer la compra, cuando me doy cuenta de lo afortunada que soy. ¿Te das cuenta? Hay amigos de esos con los que has pasado toda la vida que de pronto dejan de acordarse de ti de la noche a la mañana, las cosas se acaban y son irrecuperables. Y hay amigos, como Diana, que llaman cuando van a pasar cerca de ti con su torbellino de belleza. Descubro que estoy recibiendo un regalo y la llamo.

Y toda esta historia termina en la orilla del mar, en una noche de conciertos con "perroflautas" como diría Gerardo, con mi vestido azul remangado casi hasta las caderas, bailando al ritmo de las olas y de la música con desconocidos, entre risas, dejando que la sal conquiste mis rodillas. Así termina esta historia, tendidas boca arriba riendo como "señoras" gracias al descubrimiento de Violeta. Mirando las estrellas sobre nuestras cabezas y charlando sobre todo y sobre nada, después de descubrir que en el grupo hay un estudiante del instituto donde trabajaba, después de saborear esa parte de mí que todavía anda descalza y no duele de llenarse de arena el pelo. 

A pesar del dolor de cabeza de hoy, gracias, Didi y Violeta por recordarme cosas importantes sobre quién soy.

2 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE
AIRE

ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

José
Ramón...

Vagamundo dijo...

Tesoro de momentos únicos e irrepetibles. Recuérdalo como se mima un amor recién nacido.