miércoles, 2 de junio de 2010

aprendiendo a decir adiós: Sarah


Sarah vuela en un avión a Washington mientras yo termino mi café en casa. Cualquier otro miércoles del año habríamos estado las dos, charlando animadas en inglés, en el cafetería del instituto. Seguramente tomando tostadas enteras y hablando de hombres, mudanzas o planes de futuro.

Anoche nos despedimos diciéndonos "hasta luego", con esa sensación de prisa que sientes cuando no quieres enfrentarte a la pena de una despedida. ¿He dicho ya alguna vez que odio las despedidas?

Con Sarah este año he vivido grandes momentos, desde las tardes con manualidades y chucherías hasta nuestro viaje a Cádiz, pasando por las salidas de los sábados, las sesiones de cine, las horas de compras, las visitas a ciudades cercanas, el café de las tardes, los guiños divertidos, las locas conversaciones. Por eso, al pensarlo, me doy cuenta de que quizá el año que viene no eche de menos Andújar en sí, pero sí que añoraré a las personas que han hecho que mi vida cobrase un sentido nuevo. Es sorprendente cómo, poquito a poquito, todos nos fuimos uniendo para luchar contra la soledad y que, ahora, cuando muchos vuelven a casa para un fin de semana, regresan confesando que han echado de menos nuestra complicidad.

La cosa es que, ahora mismo, al escribir esto, yo ya estoy echando de menos la complicidad de Sarah porque, aún con la distancia propia del idioma, las dos sentimos que miramos el mundo de una manera muy similar.

Then... Sarah knows I'm gonna miss her at my Wednesday's breakfast and in other million of moments

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