lunes, 24 de mayo de 2010

el monstruo de mi amigo


Tengo un amigo con un monstruo en el estómago que le pega bocados y lo corrige cuando cree que está haciéndolo mal. Ese monstruo se llama muchas veces "los demás" y otras veces tiene el mismo nombre de mi amigo. A mí me asusta más cuando tiene el mismo nombre de mi amigo, porque sé que tiene más hambre y muerde más fuerte. Si por mí fuese, ese monstruo estaba muerto. Me lo quiero cargar.

Pero mi amigo lo quiere. O eso me parece a veces. Porque llevan años conviviendo y ya se sabe lo que dicen de los captores y sus víctimas.

Cuando el monstruo manda, mi amigo desaparece, el monstruo se lo lleva porque sabe que lo voy a señalar. A mí no me da miedo su monstruo, he conocido a otros como esos, me da miedo él, mi amigo, porque nunca se acuerda de luchar y se hace invisible y se mata sin darse cuenta. Y yo quiero a mi amigo y no quiero que se muera.

Como es cobarde, a veces lucho por él. Me remango la camisa y emborracho al monstruo hasta que me dice la verdad, y mi amigo, desde lejos, lo oye. Pero se le olvida. Siempre se le olvida. Siempre volvemos a empezar.

Hoy he llamado al monstruo por su nombre y mi amigo me escucha, quiere darme la razón, pero está cansado y en lugar de levantarse en armas, temo que vuelva a dejarse llevar, que vuelva a dejarlo todo para mañana. ¡Y yo nunca sé cuándo mañana va a ser demasiado tarde!

Lo que me pasa, en el fondo, es que mis monstruos también muerden fuerte y sé lo que, si los dejas, pueden hacer con el fondo del pozo donde los guardas.


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