Despertarte temprano, mientras ellas duermen, ponerte una rebeca sobre el pijama y salir sigilosamente a la calle para escribir y tomar café en el jardín.
Que el sol le gane la batalla a las nubes para poder estrenar las sandalias que compré cuando parecía que iba a empezar el verano y empezó a llover.
Pasear por sitios cargados de recuerdos sin sentirme la que era.
Conocer a un librero con el que hablar de poesía y salir de su pequeña tienda con cinco libros nuevos.
Reponer la moleskine en mi bolso.
Ver el mar de un azul brillante e increíble.
Almorzar al sol frente al mar y descubrir que se me ha pegado un poquito porque me he quedado con la marca blanca del reloj.
Escribir con un café escuchando el viento y las gaviotas.
(y el día sólo está a la mitad)
1 comentario:
Amiga, yo es que llevo unos días muy espciales... y nadie me saca la sonrisa de la boca.
Saludos y un abrazo
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