lunes, 24 de mayo de 2010

magia


"Pensando y hablando sobre la vida que uno quisiera llevar, se va la vida. Por esto es más importante lo que hacemos que lo que pensamos que queremos hacer" dice Joan Margarit en el epílogo a Casa de Misericordia y, aunque dice varias cosas más que otro día rescataré porque me han resultado muy interesantes, hoy, que acabo de llegar de una piscina ataviada con mi vestido de verano y con unos cuantos martinis preparándome un sueño dulce y relajado, me quedo con esa idea primera con la que abre su texto.

María José nos contaba de un amigo suyo que sentía ansiedad cada vez que tenía que planificar el futuro, su psiquiatra le ha aconsejado centrarse en el Padre Nuestro -puesto que él es cristiano-: "danos hoy nuestro pan de cada día". "De cada día", le repetía intentando hacerlo entender, "de cada día".

Nacho siempre me dice: "bruja, tienes que jugar las cartas que cada mañana se te reparten". No lo dice concretamente con esas palabras, pero es lo que viene a resultar de sus diferentes divagaciones. Yo nunca le hago caso, o no suelo, puesto que es un idealista y su serenidad me suele sacar de mis casillas. Pero es cierto que he sido mucho más feliz cuando he pensado en el pan de cada día, en las cartas que tenía entre las manos, que en la jugada que haría si me hubiesen tocado ases y comodines.

Hoy, con cuatro cartas desacompasadas, hicimos de una tarde de domingo una noche perfecta y, entre risas, carcajadas, brindis y confidencias, sentí que nada tenía la suficiente importancia, que todo iba bien, que era muy afortunada.

Por eso me acordé de Joan Margarit y su epílogo en cuanto llegué a casa, también de Nacho y de nuestras charlas, y de mi Dios, sobretodo de mi Dios, el de la paciencia infinita.

2 comentarios:

Vagamundo dijo...

muy bien dicho. Al final eran buenas las cartas de ayer, muy bien jugadas, al parecer.
Aquí, entre tahúres el farol de los días ha repartido otra ronda de cartas ya. Que sean de la baraja que más nos guste.

Anónimo dijo...

No creo que sea cuestión de quedarse con el hoy o el mañana, sin el uno no hay el otro. Si solo piensas en el futuro, corres el riesgo de perderte demasiadas cosas, y que sea tarde cuando te des cuenta. Sin embargo, si solo piensas en el presente, en ese “pan de cada día”, puede que te pille el toro y se acabe el pan por no haber preocupado de recolectar el grano.
Ni hormiga ni cigarra, ni lo uno ni lo otro, creo que la clave está con quedarse con los dos.