miércoles, 5 de mayo de 2010

A veces, leer a García Márquez me hace tener las pesadillas más terribles y profundas.


La primera vez que escuché de Cien años de soledad estaba sentada en el paseo marítimo de Fuengirola con un argentino, que me ofrecía tragos de su combinado de ron con mil otras cosas al tiempo que me hablaba de literatura. Era el ligue de una amiga y no encajaba demasiado bien en el grupo. Como, de hecho, yo tampoco encajaba demasiado, aprovechábamos aquellas largas horas de alcohol sin misterio a la orilla del mar bajo las estrellas para hablar de libros. Yo acababa de comenzar la carrera y sólo había escuchado llover sobre literatura hispanoamericana. Él hablaba con pasión, con verdadera pasión de aquel libro de título sugerente que yo no conocía. Así que fue Ignacio quien me trajo entre brindis el realismo mágico y algunos otros descubrimientos.

La teoría durante la carrera eclipsó aquellas conversaciones de verano y el tiempo dejó la idea de Cien años de soledad latiéndome en el pecho como un secreto profundo a punto de ser descubierto. A veces lo olvidaba, por completo. Y de pronto llegaba la hora de preparar el regalo de reyes y Raul había pedido justo esa obra de García Márquez, o alguien lo resucitaba con un comentario aleatorio e inocente.

La última vez que Marta vino a Jaén, paseamos por la librería del barrio de la catedral durante horas -creo que algo ya conté de aquello- y, al final, entre los libros de poemas, se me coló aquella promesa tan antigua. Cien años de soledad ha ocupado un mes mi estantería, pero desde hace una semana, ha colonizado mi escaso tiempo libre y mis madrugadas. No importa que sean las doce cuando llego a la cama, porque mi reloj se acerca a las dos cuando descubro que he leído demasiado como para tener que levantarme temprano.

Pero conquista también mis pesadillas y toda su magia terrible coloca muertos bajo mi cama, diluvia en mis heridas, martillea en mi pecho como un pescadito de oro fundido y refundido por el tedio. Entonces me despierto sola en la casa, con un miedo infantil y profundo, sin nadie a quien develar y así me voy explicando, poco a poco, la esencia de ese título.

2 comentarios:

Juanfra Gallego dijo...

Ahora es cuando t estás leyendo cien años de soledad? pensé que sería uno de tus libros predilectos de toda la vida del señor! :O
Es uno de mis libros favoritos, y mi personaje favorito es la mujer que como tierra (ay cómo la amo!)

Charal dijo...

Qué buena reseña, dan ganas de sacar el libro de donde sea, sólo por curiosidad...! Yo leí Cien años de Soledad estando en bachillerato, es -o era- parte del programa... De García Marquéz poco, pero de mis preferidos "Memorias de mis putas tristes", por si te sigue el apetito cuando termines... =)